Hemos encontrado este divertido artículo tomado de la revista Carrusel número 1.457: http://goo.gl/iUtgsl
Que viva el tour!
Hace algunos lustros estaba de moda una canción de Alberto
Cortez que interpretaba Piero. Se llamaba "Los americanos" y en algún
lugar de la letra decía:
Cuando son
mayorcitos
se visten de
turistas
y se van por
el mundo
los
americaaaaaanos
en viaje
organizado
con romance
incluido...
Me hacía mucha gracia la canción.
Todavía me la hace. Especialmente los anteriores versos, que pretenden burlarse
de los viajes organizados, esos paseos en que le venden a uno en un solo
paquete el billete de avión para llegar a la ciudad escogida, el taxi del
aeropuerto al hotel, el hotel, el desayuno en el hotel, las propinas, algún
espectáculo folclórico, varios recorridos por museos y lugares considerados
atracciones turísticas, el taxi al aeropuerto y el tiquete de vuelta a casa.
Nunca me tocó romance alguno,
lamentablemente, pero era muy divertida la canción. Lo único es que estaba
equivocada. El tiempo y la experiencia me han permitido saber que los que
tienen razón en viajar así son los americaaaaanos. Durante años yo mismo
organizaba mis viajes, quizás porque en el subconsciente galopaba la canción de
Cortez: gastaba semanas en averiguar itinerarios aéreos y hoteles, mandaba
plata anticipada, me tumbaban los taxistas del aeropuerto al hotel, y luego me
tumbaban en el hotel exigiendo propinas ilegales; después perdía el tiempo en
visitas sin guía a iglesias y monumentos, o tenía que contratar in situ a una
señora o un caballero que me relataban larguísimas e inoficiosas historias
sobre el lugar. Para evitar una nueva estafa del taxi al aeropuerto, tomaba bus
y más de una vez me dejó el avión porque el velívolo hacía incontables paradas
en la ruta.
Al final, había gastado mucho más tiempo y una fortuna en un
viaje que yo mismo me encargaba de montar, y veía menos y aprendía menos y todo
me salía más caro.
Siguiendo consejos de falsos
amigos, ensayé internet. Hay una leyenda, ya no urbana sino informática, según
la cual un internauta hábil consigue vuelos a Europa por menos de 100 dólares y
ofertas de hoteles que lo alojan y le llevan el desayuno a la cama por 20.000
pesos. Mentira. Todo mentira. Aparte de que uno emplea más tiempo en separar un
tiquete de avión que en un trasplante de cerebro y que se necesita ser
ingeniero cibernético para los múltiples pasos que exigen las ventas a través
de la red. Al final, uno se ahorra unos pocos pesos. Pero como tiene que pagar
con tarjeta de crédito para cerrar la operación, acaban clonándole a uno la
tarjeta y clavándole compras en ciudades que no conoce ni quiere conocer y
pasajes alrededor del mundo para dos adultos y un niño.
Lo peor es la sensación de
soledad en los tours de montaje doméstico. Nadie lo recibe a uno en ninguna
parte y no tiene con quién compartir panes y penas. El viaje organizado, como
nos gusta a mí y a los americaaaaaanos, no solo cuenta con apoyo de prójimos en
todas las instancias, sino que lo juntan a uno con corderos pertenecientes a
otras manadas para acudir juntos a visitas y espectáculos, y uno acaba haciendo
amigos del alma para toda la vida. De los cuales no vuelve a saber nada.
Hay quienes optan por fórmulas intermedias, como comprar un
paquete de pasajes y hotel, y luego sufren para conseguir taxi y excursiones en
la ciudad. Mi consejo desinteresado: compren el tour con todo lo que ofrezca,
hasta boletas para ir al baño, si es que las venden. Ganarán en tranquilidad y
en tiempo.
- Sí, ganas tranquilidad y tiempo, pero pierdes libertad de
movimiento- me decía un amigo que aún no ha alcanzado la maravillosa edad en
que uno aprecia la ópera, los melocotones en lata y los viaje organizados.
Y yo le contesto que, mientras más viajo, la libertad de
movimiento que más aprecio es la de volver a casa rapidito y sin esfuerzos.
Por Daniel Samper Pizano
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